Como primer punto para empezar a reelaborar los créditos y el cartel de la película hemos centrado nuestra atención en la estética general del film para poder establecer una relación entre ambos.
El director nos presenta una visualmente exquisita obra de cámara, dentro de una atmósfera de claustrofóbico deseo, un film bañado de encantadora belleza física y de una infinita tristeza. Para ello cuenta con su habitual director de fotografía, el australiano Christopher Doyle, acompañado de Mark Li, que han conseguido captar una cálida atmósfera cromática, sensual y erótica. Nos llama la atención su utilización del dúo tono en casi todas las escenas , en las que suele mezclar un color calido con el verde u azul creando un ambiente muy especial.
Un film que transpira elegancia, que recrea magistralmente el glamour de una época y de un lugar: genial el set de las habitaciones, con su papel pintado floreado y geométrico, exponente de un op-art que se reproduce en los incontables quipaos que luce Maggie Cheung.
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